Todos somos importantes en esta vida

Por Macy Huang

Medio Camino es un centro de cuidado residencial para chicos entre las edades de 13 y 18 años. Algunos de los chicos tienen problemas de comportamiento, otros cometieron delitos menores, y otros fueron abandonados por sus familias. Cada vez que venimos, traemos una merienda, como el jugo, galleta, chocolate, y frutas. También preparamos una actividad para hacer juntos.

Mi Experiencia

Al salir del bús que se tambaleaba, finalmente llegamos a la puerta de Medio Camino. Situado en los suburbios, la casa blanca con matices negros parecía abandonada en la calle cubierta con mucho polvo. A abrir la puerta y entrar al pasillo que estaba mal iluminado, sentí que cruzaba una barrera y entraba en un mundo distinto. De esta manera comenzó una experiencia que nunca olvidaré.

Era un grupo desordenado, pero genial. Después de comer las bananas que trajimos, las cáscaras luego fueron tiradas alrededor de la mesa cuando los chicos trataron de atacarse entre ellos mismos en una manera de burla. En los juegos que jugábamos, la persona que ganaba recibía una serie de aclamaciones y golpetazos en la mesa. Cuándo jugamos el fùtbul y el baloncesto, el espíritu de competitividad provocó a los chicos algunas peleas y gritos, sin embargo, nunca dejé de escuchar sonidos de risa atravesando el sucio edificio. Los chicos, que parecen descuidados, demostraron no solo cuidado especial al más vulnerable de ellos, quien tiene un retraso mental y un enfermo física, sino también entusiasmo y franqueza a los voluntarios.

En mi camino de jugar fùtbol, vi a mi coordinadora, Ercilia, hablando con un chico debajo de un àrbol en el medio del patio de recreo. Entrando la conversaciòn, aprendì sobre la vida de un chico quien fue abusado por sus padres cuando era niño, y despertaba cada día queriendo matarse. Pensó que no tenía una razón de vivir.

Escuchando su historia, me sentía impotente. No pude creer que estas palabras fueron dichas por un chico de dieciséis años. Su voz, profunda y triste, me parecía más vieja. Con los avisos que Ercilia le dió, él sonrió amargamente y sacudió su cabeza, murmurando la palabra “no” una y otra vez. Sus brazos estaban detrás de su cuerpo y sus ojos severos y concentrados, a veces miraba a sus pies, otras veces a algún lugar lejano. No supe cómo ayudar. Empecé a pensar si hay una charla que puede cambiar la vida de alguien. Con mis habilidades de español limitadas, yo le conté mi perspectiva sobre la muerte y el poder curativo del tiempo. Se inclinó más cerca de mí, escuchando pacientemente mi español  esforzado explicando mis luchas y como las vencí. Respondió lentamente, “Son las vidas de todas las personas en el mundo.” Dije, “Pase lo que pase, todas las vidas son importantes, ¿no?” Él sonrió de nuevo y me susurró: «Te cuidas».

En nuestro autobús de vuelta, empecé a preguntarme cuánto impacto podríamos tener en las vidas de los chicos que conocimos. A pesar de que es difícil saber lo que va a suceder con su vida,  espero que esta experiencia sea solamente su medio camino. Ojalá que continué viviendo más vibrante.